jueves, 20 de julio de 2017

La mortalidad es inmortal. Y la inmortalidad nace de la mortalidad.

El sufrimiento es indispensable para la existencia. Y mas aun si esa existencia es eterna. El sufrimiento nos hace anhelar algo que ya no nos acompaña. Pero que, de alguna manera y de alguna forma; sabemos volverá. Y cuando lo haga, te sentirás pleno una vez mas. Y te regocijaras por esos momentos, días, meses o años. Sin embargo llegara la hora donde se te arrebatara todo nuevamente. Y volverás anhelar lo que has perdido. Y así, seguirás buscando (o esperando) encontrar lo que te quitaron. En ese bucle que es la eternidad, he descubierto 2 clase de seres:

1- La primera no tolera el peso del dolor en el alma, y deciden olvidar para poder obtener algún ápice de esa plenitud en algo, o alguien mas: abrazan la magia de los mortales.

2- La segunda es la que se dio cuenta que la magia magnánima y extraordinaria yace en la eternidad que uno construye; en lograr entrelazar las almas como en una acción fantasmal: abrazar la inmortalidad. Y ese lazo es una paradoja. Por que la única forma de hacerla, es cuando tienes lejos lo que te hace pleno. Es como la frase "solo en los momentos mas oscuros, sabemos de que estamos hechos". Y por esa razón, todos se arrojan al mar queriendo amar hasta perder la razón. Pero cuando se ven ahogándose, salen y no lo vuelven a intentar. Ahí es donde nacieron los Psicólogos. Yo tengo una frase que explica la diferencia entre los Psicólogos y los Filósofos: "Los Psicólogos son como los salvavidas a las orillas de la playa; los Filósofos son como los hombres de alta mar".

La mortalidad es inmortal. Y la inmortalidad nace de la mortalidad. Lo que hagas con tu vida, hacelo con ganas y bien despierto.


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