martes, 7 de noviembre de 2017

08-11-2017

Ayer andaba por metro moneda por la noche, y mientras bajaba por las escaleras del metro mi celular reproduce el cover de "Right Where It Belongs" v2 de NIN, en piano. Y debo confesar que el mundo cambio radicalmente...podía ver todo lo que estaba ocurriendo. Fue como si mis ojos se hubieran colocado en modo "superview": 2 gran angulares. Y a pesar de ver el mismo miedo, la misma angustia, el ego, la soberbia, la falta de empatia, el narcisismo, etc...era hermoso... como si todos fueran unos niños inmersos en un mundo muy pesado y complejo para ellos. Ninguno sabia por que caminaba; solo vivían por que despertaban. Y mientras caminaba por ese pasillo característico del metro Moneda con unas hileras de espejos a sus costados a la altura de las cabezas de un hombre promedio en Chile (metro 72 cm); la visión se amplio un poco mas y el pasillo se extendió para delante y para atrás. Me detuve, y sentía que era la única persona despierta en ese lugar: encontraba que todo era tan increíble y fascinante. Baje a tomar el metro, y me tope con los mismos cuadros que ya estas habituado a ver ahí...pero para mi ya no lo eran... llegue al cuadro de los iceberg y con el pensé: "el artista detrás de este cuadro es una cámara fotográfica humana, y si alguna vez llegamos a vivir el holocausto (reseteo mundial) quien este a su alrededor podrá disfrutar de su preciosa habilidad para pasmar un lugar. El cuadro de al lado es la del bote, y debo decir: "que manera de llenar de gloria un lugar carente de extravagancia y glamour". Y termine en la obra del mar, esa  que esta compuesta por varios cuadros. Lo que pensé con ella fue "esta es una eficiente prueba de que el realismo también tiene subjetividad, por que pareciera que quien pinto esta obra tenia astigmatismo" jaja. Subí al metro y dentro sentí como estar rodeado de vacío, y que era sumamente extraño ya que estaba rodeado de gente. Pero al mismo tiempo comprendía, y me centre en el rostro de una mujer de 60 años mas o menos que iba sentada y con la ventana a su espalda mientras las luces pasaban e iluminaban los costados de su rostro. Ella iba consumida en sus pensamientos, quizás en algún recuerdo  de sus nietos ya que a ratos producía una leve sonrisa. Pero no cualquier sonrisa, esta era tierna, como la que despierta la luz de quien ve a alguien chiquito entusiasmado con el mundo, lleno de sorpresa en sus ojos e ingenuidad. Para cuando venia de vuelta a mi casa en uber, venia con los ojos cerrados y fascinado por el universo que regala el mundo de los sonidos; maquinas que rugían como bestias, el viento como el profundo mar. Abrí los ojos y pensé: "es verdad que se puede lograr este estado sin necesidad de droga alguna". Sonreí, cerré los ojos y seguí escuchando la melodía hasta llegar a mi casa. 


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