sábado, 30 de octubre de 2010

sábado, 9 de octubre de 2010



Ahí estabas; blanca y radiante, al igual que un ángel. Besaste las heridas en mis manos temblantes de tanto escarbar por enterrar, la mentira con mi rostro que debía estar 7 pies bajo tierra, hace mucho tiempo atrás. Ahora, eres lo que tortura y llena mi alma de dulzura. Eres quien hace tregua entre mis virtudes, cuando mi alma es un campo de batalla y me aíslo en el desierto. Eres la brisa que acaricia al árbol en mi jardín, para que se entierre bien en la oscuridad, y se eleve hacia lo más alto…hacia el cielo.

A cambio te presento mi amor, para que incendies en el. Ahí, en el vacío, donde arrojo esta estrella por las noches, esa que sientes cuando no me sientes, y te hace soñar antes de soñar.


Ángel, no sabes cuanto me alegra haber chocado contigo.